Las pilas bautismales románicas de Valderredible

Miguel Ángel García Guinea

La historia de la pila bautismal, en general, tiene muy viejos antecedentes. Ya en las religiones paganas el agua, condición necesaria para la vida, formaba parte imprescindible en los ritos de purificación de los fieles antes de entrar en el recinto sagrado. El cristianismo recogió esta antiquísima tradición y la incorporó a su liturgia en los ritos bautismales. HANI, en su libro sobre "El simbolismo del templo cristiano", 1972, nos dice: "En el simbolismo tradicional, toda pila bautismal representa el Océano primordial, las "Aguas" del Génesis sobre las que se cernía el Espíritu de Dios para obrar la creación. Y por referencia a esas aguas es por lo que el bautismo o la pila bautismal poseen el poder de obrar una regeneración, una re-creación".
 
Pila de NavamuelCon el bautismo el alma individual se regeneraba y entraba así a participar de la Muerte y Resurrección de Cristo. La vieja ceremonia bautismal consistía en la inmersión del neófito en la piscina que volvía así a nacer a la nueva fe, y podía en adelante participar en la luz solar de Cristo, entrando, ya purificado, en el templo.
 
Desde la época paleocristiana, después de la conversión de Constantino, siglos IV a VI, las cubas bautismales podían colocarse en un baptisterio separado del templo, construyéndose un edificio aparte que albergaba la piscina o la pila bautismal, o bien se incluía dentro de la propia basílica. Esta doble disposición de la piscina o pila ha perdurado casi hasta la época moderna. Conocemos así baptisterios independientes, de gran valor arquitectónico, que figuran entre las piezas artísticas más destacadas, como los baptisterios de los Ortodoxos o de los Arrianos (siglos V y VI respectivamente), el de San Juan de Poitiers (siglo VII), el de Cividale (siglo VIII) o los espléndidos románicos de Parma y Pisa (siglo XII), etc. Pero ya desde el siglo IV eran frecuentes los baptisterios incluidos en el mismo edificio de la iglesia, que consistían en piscinas excavadas en el suelo o bien en cubas o pilas colocadas sobre el pavimento, sin que exista dentro del templo una localización obligada, pues en ciertas iglesias están a los pies del edificio (como en la basílica española de Son Peretó) y en otras apoyadas en los muros de la epístola (Tarragona y Vega del Mar) o del evangelio (Son Bou).
 
Pila de Villanueva de la NíaA lo largo de los siglos IV a IX, de acuerdo con lo que dicen los escritores sagrados contemporáneos y los Concilios de Hispania, parece que el bautismo podía realizarse en cualquier iglesia; se excavaba en ella un espacio para la piscina donde se desarrollaba el bautismo de inmersión.
 
Durante la época románica se acentúa el predominio de la inclusión de pilas bautismales en sus iglesias y disminuyen los grandes baptisterios y las piscinas. Dichas pilas, talladas en un gran trozo de piedf a, arenisca en su mayoría, nos indican, por su gran tamaño, que el rito de la inmersión no había desaparecido, -y así queda comprobado en que la escena se ve representada en algunas pilas (Colmenares de Ojeda. Palencia)- tanto para niños, (el bautismo ahora más corriente) como para adultos, tal como se prescribe en "Las Partidas" de Alfonso X, donde se dice textualmente: "et si home grande fagal que meta la cabeza so ella (bajo el agua), et échela de suso, de manera quel cubra todo".
 
Dibujo y foto de la pila de RocamundoLos estudios sobre las pilas románicas de España no tienen todavía monografías detalladas, si bien casi siempre, desde que el románico comenzó a ser estudiado, fueron admiradas muchas de sus pilas. En el románico español tiene importantes ejemplares el castellano-leonés, sobre todo las excepcionales piezas que existen en Palencia y Burgos, estudiadas muy recientemente por la doctora Garbiñe Bilbao (1996). También han sido tratadas algunas sorianas por J. Ramón y Fernández (1946) y algunos investigadores en sus estudios generales sobre los románicos provinciales incluyeron un capítulo, aunque no detallado, sobre las pilas.
 
En Cantabria, el primero que se ocupó de recoger los ejemplares más destacados de una denuestras comarcas fue nuestro querido y siempre recordado amigo "El Duende de Campoo", don José Calderón Escalada, quien en su libro "Campoo. Panorama histórico y etnográfico de un valle" (1971), publicó dieciséis dibujos, creo que de su mano, y algunas fotografías, predominando las pertenecientes a iglesias de Valderredible.

Dibujo y foto de la pila de Villescusa de Ebro

En 1979, en mi obra sobre "El Románico en Santander", publicado por la librería Estudio, dediqué un capítulo, el V del apartado de "Caracteres Generales", a nuestras más sobresalientes pilas románicas, recogiendo entre ellas las veinte más destacadas de Valderredible, con sus correspondientes fotos y dibujos.
 
A ellas me voy a referir en este artículo, pues aunque ninguna alcance la categoría de obra magistral, sino que todas demuestran una ejecución más bien rural, y no comparable a las excelentes piezas de Palencia y Burgos, por ejemplo, son sin embargo muy interesantes y vienen a indicarnos que ya en los siglos románicos no existía en Castilla aldea, por pequeña que fuese, que no tuviese su propia pila, siempre solemne, aun en iglesias de reducidísimas proporciones. Ellas nos prueban, además, que la liturgia bautismal no había perdido su carácter nuclear -con la de la Eucaristía- entre toda la variedad de ritos de la fe cristiana.
 
Todas las pilas estudiadas en Valderredible -que de hecho son continuación de las del norte de Palencia- construyen su copa con arenisca o caliza, materiales normales para todas las pilas españolas. Nuestras pilas vallinas es muy posible que fuesen fabricadas en su mayor parte en el siglo XII, de acuerdo con la costumbre muy general que debió implantarse en este siglo, porque es a finales del XII y en los primeros años del XIII cuando los municipios castellanos adquieren especial desarrollo y las parroquias rurales gozan de una mayor autonomía económica. En siglos anteriores todavía se mantienen en nuestro valle las reminiscencias de las piscinas o cubas paleocristianas excavadas en el suelo. En la iglesia rupestre de San Miguel de Bricia (siglo IX), en el mismo Valderredible, se conserva una pequeña piscina rectangular tallada en un departamento también rupestre al lado, pero separado, de la iglesia.

Dibujo y foto de la pila de Quintanilla de An

Aunque el lugar en donde -en el templo- se colocaba la pila bautismal exenta ha variado a través del tiempo (sobre todo en estos últimos años en que estas piezas han sido más valoradas y puestas en evidencia, trasladándolas a sitios más visibles: cerca del altar, en un brazo del crucero, etc), lo normal era encontrarlas situadas en el sotocoro, a los pies de la iglesia, en un departamento diferenciado que se solía cerrar con balaustres de madera. De todas formas no creemos que este lugar haya sido siempre el elegido en principio para colocar la pieza, pues, dado su reducido tamaño, extraña que la 'decoración escultórica de rica iconografía de alguna de las pilas de provincias muy próximas se labrase para nunca ser contemplada, por estar generalmente en remarcable oscuridad o tan pegada a la pared que ésta impedía su normal visión.
Pila de La Puente del ValleEn los pueblos de Valderredible la situación de las pilas es muy variable: las hay todavía bajo el coro, a derecha e izquierda de él; en capilla remetida en los muros de la Epístola o del Evangelio; arrinconadas en la sacristía, etc., y nunca, salvo las que ocupan una capilla especial abierta en el muro, podemos estar seguros de su inicial colocación. Dispuestas en estos diversos sitios, siempre la pila se destaca en espacio particularmente diferenciado del resto de la iglesia, para recordar, sin duda, con esta separación, "el simbólico recorrido del neófito desde la piscina a la basílica y desde las tinieblas a la luz", como apunta Garbiñe Bilbao.
 
En cuanto a la forma de nuestras pilas vallinas, siguen los tipos tradicionales que pueden darse de acuerdo con las tres partes diferenciadas de este elemento litúrgico: copa, fuste y basa. En cuanto a la primera, todas las pilas que conocemos de Valderredible llevan boca circular. También es casi general en ellas la existencia de fuste, elemento pétreo que une la copa y la basa y que casi siempre tiene forma cilíndrica, más o menos variable en altura y disposición. En cuanto a la basa, ésta es muy frecuente pero también existen pilas cuyo fuste apoya directamente en el suelo. Las basas, como apuntamos, suelen ser simples discos cilíndricos de diversos tamaños y alturas (Espinosa de Bricia, Quintanilla de An, Puente del Valle), aunque también las hay cuadradas, como las de Cubillo de Ebro o Villamoñico. Otras veces se tallan en forma de grandes basas de columnas, con su toro (Revelillas, Rebollar, Navamuel) y en algunos casos la basa es troncónica más o menos alta (Ruijas, Repudio), o con lengüetas (Campo de Ebro, Salcedo).
 
Foto y dibujo de la pila de RebollarEn cuanto a decoraciones ya hemos dicho que no conocemos ninguna iconográfica con escenas bíblicas o rituales, sino sólo de formas geométricas y excepcionalmente algún animal o vegetal. Hay tres tipos decorativos que se repiten en algunos ejemplares. Los dientes de lobo, zig-zag o triángulos alternantes en relieve y rehundidos, son los más repetidos, en una sola banda entre sogueado (Revelillas) o entre "engranaje" (Salcedo), o en dos bandas también entre sogueados (Ruijas, Villaescusa de Ebro, Quintanilla de An, Santa María de Hito, Espinosa de Bricia). Solamente incisos y en dos bandas entre líneas paralelas los vernos en Repudio. Este motivo de triángulos o dientes de lobo, sierra o zig-zag, se ha interpretado casi siempre, y ya en lo prehistórico, como representación del agua, y es posible que sea, como cree la doctora Bilbao, "la identificación de la pila con la Fuente de la Vida del Paraiso", pues en algunas pilas extranjeras hay inscripciones en ellas que dicen "Esta es la Fuente de la Vida que purifica el Mundo". Al sogueado también se le ha buscado significación. Igualmente ya utilizado en la Prehistoria, por lo que respecta a las pilas, se ha considerado como un vestigio de las más antiguas pilas de madera que llevaban haces de cuerda reforzando la pila, o una reminiscencia de la decoración neolítica que se hacía presionando cuerdas sobre el barro blando.
 
Dibujo y foto de la pila de SalcedoOtro de los motivos que cubren la superficie de las pilas vallinas -el segundo, dada la repetición de su utilización- son los gallones o segmentos convexos que se tallan rodeando todo el perímetro de la copa, y que sin duda quieren, con mayor o menor realidad representar las bandas salientes de una concha. Esta decoración recoge con casi seguridad el simbolismo también de las aguas, pues la venera desde antiguo es la imagen del Océano sobre el cual, en el Génesis, se mantenía el Espíritu de Dios. Según Herrera Méndez "la concha expresaba la consecución del jubileo y por lo tanto, al igual que el bautismo, una purificación del alma". Pilas de Valderredible aveneradas o de gallones, en positivo o en negativo, son las Villanueva de la Nía, Rocamundo, Rebollar, Cubillo de Ebro. En algunos ejemplares vallinos vemos, muy en consonancia con la decoración avenerada, la colocación de arcaduras que parecen la evolución más próxima de los gallones. Así la pila de Arantiones que las tiene sobremontadas por un cordel, o la de Sobrepeña igualmente con cordel y flores polipétalas inscritas en círculos. Muy parecida en decoración es la de La Puente del Valle. Otras ahuecan tanto las arcaduras que éstas parecen gallones en negativo, quedando entre cada uno una banda vertical en relieve, o lesena, como las de Rocamundo, Rebollar y Cubillo de Ebro. Hay, en algunas, decoraciones combinadas y más originales, como la pila de Campo de Ebro, de copa multimoldurada que lleva en lo alto banda de zig-zag incisa y por abajo tina multitud de arquillos que parecen un recuerdo sintetizado de la venera.
 
Pila de VillamoñicoOtras decoraciones más originales y escasas son las de las pilas de Villamoñico, Salcedo y Montecillo. En Villamoñico se conserva una pila ya desde luego muy evolucionada y con difícil cronología que ha simplificado al máximo el avenerado o las arcaduras, con una especie de husos ahuecados, alternantes mayores y menores, y una banda superior con una secuencia variada de relieves: llaves de San Pedro, animal fabuloso (o tal vez un gallo) que se enfrenta a una serpiente, volutas a modo de laberinto, ruedas con diversas rosáceas y cruces inscritas en círculo. Ambas bandas se unen de arriba a abajo con una cruz latina en peana, de cuyo brazo horizontal cuelga un cordón con extremos borleados. Siguiendo las interpretaciones simbólicas que recoge y aplica Garbiñe Bilbao en su citada obra, las cruces siempre fueron "determinantes en la elección de las decoraciones bautismales" por representar la lucha contra Satanás. La ruedas, florones, etc., serían representaciones astrales como símbolos de la luz, puesto que el bautizado recibe la de Cristo.
 
La pila de Salcedo es una buena pieza que lleva dos bandas de series e arcos de medio punto, cruzados -que nada tienen que ver con las largas arcaduras derivadas de una esquematización de las veneras- aunque pudieran, como éstas, simbolizar el paso del Pila de Montecillobautizado a la vida eterna. En Salcedo una de estas series de arcos ocupa el fuste, lugar que, a diferencia de la basa, no suele llevar decoración.
 
La pila de Montecillo tiene gran interés por sus claras manifestaciones astrales. Han grabado en su copa el sol y la luna, con sus rayos bien marcados, figuras que desde antiguo estuvieron en simbólica relación con los baptisterios, pues en el de Doura Europos (siglo III) aparecen. En líneas generales, las pilas bautismales de Valderredible, fechadas en su mayoría en los siglos románicos -y que en los posteriores se imitan-, son un conjunto de indudable interés histórico, litúrgico y artístico que debe ser conservado con respeto, sacándolas de los sitios inadecuados en donde algunos ejemplares todavía se mantienen y devolviéndolas la prestancia que en el pasado tuvieron como objetos sagrados que tenían la virtud de abrir al hombre, librándole del pecado original, las puertas de su salvación.