Los toques marcaban la vida cotidiana de los pueblos
La campana era y es en la sociedad rural tradicional la voz de Dios que reúne al pueblo y al clero, que atrae todo lo bueno y expulsa todo lo malo. En ocasiones llama a alegría y fiesta, otras a dolor y pena, e incluso da la señal de alarma por algún peligro. Todas las iglesias parroquiales tienen, o tuvieron, como mínimo en sus espadañas o torres dos campanas con distinta sonoridad: la grave, denominada popularmente macho y la aguda, denominada hembra. Se identifican también dos tipos de campanas: las romanas y los esquilones.
Una campana no se puede colocar en el campanario sin estar bautizada y tiene que ser un obispo quien realice la ceremonia. La colocación de la campana corría por cuenta del maestro fundidor,el cual contrataba al enejador que situaba la campana en la tronera, la nivelaba y centraba al eje. Realizaba esta acción según el peso del vaso de la campana, colocando de contrapeso una maza de madera con sus correspondientes herrajes, para pinarla (posicionarla boca arriba) y poder voltear la campana con el mínimo esfuerzo.
A repique
El badajo es la lengua de la campana y se tañe sobre la copa de la misma de tres maneras diferentes. Una de ellas es tocar a repique: se realiza golpeando el badajo contra la copa de la campana, con una cuerda a él atada o a mano. Puede tocarse en una campana en reposo o bien en dos a la vez. Otra, tocar a doblar las campanas: se realiza con dos campanas en reposo. Primero se gira una campana un cuarto de vuelta hasta que el badajo golpea la copa y al finalizar este toque se hace lo mismo con la otra campana. En lo sucesivo, se gira media vuelta la primera campana produciéndose nuevos toques y se continúa con la se-gunda, tocando a un ritmo acompasado. Y la tercera, tocar a volteo, denominado también tornear o volar las campanas. Para este toque es necesario arte y maña. Se colocan las campanas en reposo boca arriba y luego con un fuerte impulso se las hace girar sobre sí mismas hasta coger la inercia que garantice el toque del badajo sobre la copa en la primera, acompasado por el toque de la segunda.
Las campanas eran utilizadas diariamente para el toque del Ángelus al mediodía, para la misa diaria, con 33 golpes sobre la campana para recordar la edad de Jesucristo, o a vecerías, para sacar los ganados al cuidado del pastor. Para la misa dominical o festiva él toque se repartía en tres veces con una sola campana. La primera vez se daban 40 golpes, la segunda 25 y la tercera 10 golpes de badajo sobre la copa de la campana. Para llamar a rosario el toque se divide en dos partes: la primera con 25 golpes y, con un intervalo de 10 minutos, la segunda con 15 golpes de badajo.
Los principales toques de carácter civil eran a concejo, a quema, a rebato. También había llamadas para orientar a los caminantes en las horas nocturnas, o de ayuda si alguien se había perdido en días de niebla cerrada o tempestad de nieve o ventisca.
El 'tentenublo'
Entre estos toques civiles destacaba el de 'tentenublo' ante la aparición de nubes negras que podrían diezmar las cosechas. Al toque de campanas, el sacerdote realizaba las plegarias para evitar que las nubes descargaran en aquel lugar. Al sonido de las campana clamaba: "Tente nublo -tente tú - que Dios puede más que tú".
"El ritual de la agonía y muerte tenía una gran presencia en la sociedad rural, y esto se demuestra en el lenguaje de las campanas que comunicaban a la vecindad si algún vecino estaba enfermo grave, o iba a morir. Se tocaba a portar el viático, con un toque lento de una campana desde que el sacerdote salía de casa hasta que llegaba a la del enfermo. Si se le administraba la extremaunción, se daban tres golpes lentos con el badajo sobre la copa de la campana, un tiempo de espera y toque a vueltas con las dos campanas a la vez.
Los tres clamores
Hay distintas formas de tocar a muerto: si el fallecido era un infante (niño o niña), el toque se denominaba a gloria. Se comenzaba con tres golpes de badajo sobre la copa de una campana y. a continuación. el siguiente toque: "Bien vas, vas bien, para la gloria estés". De la misma forma con la otra' campana se repetía el toque, y al finalizar este se repetía de nuevo con las dos campanas a la vez.
Si el fallecimiento era de un adulto se doblaban las campanas. Estos toques eran denominados 'los tres clamores'. El primer clamor marcaba la hora de la muerte y su toque se repetía cinco veces durante las horas diurnas. El segundo clamor comenzaba con la translación del difunto desde su casa hasta la iglesia, este toque comenzaba dándose 20 toques lentos con el badajo sobre la copa de la campana y a continuación se doblaban hasta la llegada del cortejo fúnebre a la iglesia. El tercer clamor comenzaba con la salida del cadáver de la iglesia, cuando doblaban de nuevo las campanas hasta que el cortejo llegaba a la puerta del cementerio.
En la Merindad de Campoo las campanas se encuentran hoy casi como elemento decorativo de sus campanarios. Su actividad ha quedado reducida, en el mejor de los casos, a toque de misa dominical o entierro y solo el día de la fiesta del pueblo se las oye tocar a vuelo. En los núcleos de mayor población, éstas tocan accionadas por sistemas eléctricos que las hacen girar monótonamente, perdiéndose el lenguaje de las campanas.
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