La fragua, eje del progreso en el mundo rural

Museo Etnográfico El Pajar

Utensilios y herramientas de un trabajo ya olvidado

La fragua era el lugar donde se realizaban todos los utensilios de hierro necesarios tanto para el menaje doméstico como agrícola-ganadero y las herramientas y materiales auxiliares para los trabajos de carpintería, cantería y molienda.

El trabajo de los herreros propició una mejora del mundo rural y un adelanto progresivo tanto en las labores artesanales, como la adecuación de la vivienda y la sustitución de los rudimentarios aperos de labranza de madera por los de hierro, facilitando la ampliación y el progreso en el cultivo de la tierra con menor esfuerzo.

El edifìcio de la fragua normalmente se encontraba a las afueras del lugar, con una superficie en planta de 30 a 40 metros cuadrados. Contaba con gruesos muros de mampostería con una altura entre 2 y 2,5 metros, esquinales, puerta de acceso y ventanas de piedra de sillería. El tejado era a dos aguas cubierto con teja árabe y realizado con viga, viguetillas y ripiado de madera de roble. En su interior siempre había escasa luz para poder observar en todo momento el color del hierro que se estaba forjando o templando.

La fragua disponía de tan sólo una o dos ventanas que daban al banco de trabajo o ajuste, de gruesos tablones de madera, donde se situaba el tomillo de banco. También había un tornillo de pie, fijado a la pared y al suelo para sujeción y golpeo. A esto se sumaba alguna alacena en la pared y los soportes donde colocar las he-rramientas ordenadamente para su localización. La salida de humos por la chimenea de campana estaba encima del fogón. Junto a esta edificación se podía encontré añadido el potro de herrar, unas veces con tejavana y
otras al descubierto.

En el interior de la fragua estaban los rudimentarios mecanismos necesarios para poder realizar los trabajos del forjado y templado de los materiales.

El fogón, de forma cuadrada y a una altura adecuada de trabajo, tenía en el centro la tobera, que se conectaba a través de un tubo con el fuelle. Por ella salía el aire, avivando la combustión para sacarle al carbón todo su poder calorífico. Con una pala se suministraba el carbón desde la carbonera y con el hisopo o escobilla se rociaba con agua el carbón para aprovechar su combustión.

El fuelle, suspendido de dos postes verticales que van del suelo al tejado, permitía avivar el fuego. Su armazón era de uno o dos cuerpos. Del fuelle salía por una tubería una corriente de aire que lo inyectaba basta la tobera. Su movimiento se accionaba con una larga pértiga colgada por encima que iba desde su extremo, al cual quedaba sujeta, hasta el fogón de cuya punta colgaba una cadena de tiro que, accionada, movía su punto de giro permitiendo la entrada de aire en su cavidad. El raposillo era el contrapeso que colgaba del cuerpo del fuelle que almacena el aire con la función de regular la presión que necesitaba la tobera.

El gancho para remover o ahuecar y sacar la escoria que se producía en la combustión el carbón se denominaba espetón. También servía para desobstruir la tobera y dar una posición adecuada a los hierros colocados en el fuego.

El temple y enfriado de las piezas trabajadas se realizaba en una pila de piedra llena de agua. La carbonera se cargaba con carbón graso o islám, grancilla, garbancillo o antracita, habitualmente comprado en Barruelo, Reinosa o Infiesto (Asturias). La zancada vertical disponía de una piedra de afilar rotativa para las herramientas que precisan corte.

Hierro al rojo La parte central de la fragua era la zona de forja, donde se trabajaba el hierro caliente al rojo vivo (cuando tiene sus propiedades plásticas). En esta zona había generalmente un yunque y una o dos bigornias que soportaban los golpes. Se encontraba cerca del fogón, para aprovechar al máximo el calor. La bigornia es un bloque forjado de hierro acerado, con forma geométrica de paralelepípedo, cuya parte superior se llama mesa; de sus laterales parten dos picos de los que carece el yunque: uno cónico y el otro en forma de prisma cuadrado. En la zona de unión de los picos con la mesa existen dos agujeros, uno redondo y otro cuadrado, en los que se acoplan estampas, sufrideras y tajaderas. Sobre la parte plana se sienta y golpea el hierro. Para hacer de amortiguador entre la bigornia o yunque y el suelo hay un tronco de madera llamado cepo que en su parte superior entra en el apéndice de fijación, y en su parte inferior penetra un metro bajo tierra para tener una buena sujeción y evitar vibraciones.

Las herramientas que se utilizaban en una fragua eran muchas y muy variadas, adaptándose todas ellas a los diferentes trabajos según se utilizaran para percusión, sujeción, corte o estampación. Es el herrero quien la fabri-caba para cubrir sus necesidades.

Las piezas a trabajar no se podían coger con la mano. Se sujetan con tenazas de formas muy diversas. Existe un dicho popular que cuenta que entró un cura en una fragua y vio un hierro en el suelo, se agachó acogerlo y se quemó, replicándole el herrero: "Siempre que veas un hierro en el suelo escúpelo antes de cogerlo, aun* que sea un Santu Cristu".

Múltiples herramientas

Para golpear el hierro se cogía con una mano la tenaza que sujeta la pieza a trabajar y con la otra el martillo o porra que correspondiera de entre los diferentes tamaños, formas y pesos. Si necesitaba batir con más fuerza, el herrero era ayudado por otra persona golpeando a sus órdenes mientras le marcaba con el martillo o la porra el ritmo y la zona a golpear Si necesitaba aumentar el número de golpes, podía utilizar una porra de dos bocas, o golpear a la mano vuelta.

El material a trabajar se perforaba apoyándolo en las sufrideras con punteros, para que no grifara en la penetración, echando mientras tanto ceniza de la tobera. También se estampaba golpeando sobre la plana o el degüello, se estiraba con la canaleja y se cortaba con la tajadera, saca bocaos o cortafríos. Para ranurar se utilizaban puncetas, butrolas, cinceles o buriles... y el estajador para trazar. La clavera con diferentes tamaños sirve para realizar clavos y remaches, y los manerales troncocónicos para perfeccionar el acabado del ojo de los picos, azadas, azadones, azadillos...

La lima permitía eliminar las asperezas de las piezas. El compás de gruesos servía para medir los diámetros o espesores, y el compás de puntas para trazar distancias y círculos. También se utilizaban la escuadra y la falsa escuadra para determinados trabajos.