Los feria de carneros de Casasola era única por su horario nocturno
El ganado ovino ha constituido parte de la economía familiar de los pobladores de la Merindad de Campoo, ya que les abastecía de carne sobre todo para las épocas estivales, cuando las existencias de porcino hablan llegado a su fin. También se daba la venta de corderos para consumo humano y de sus pieles y lana, con la cual se creó una artesanía destinada a la confección de prendas que les protegiese de los fríos invernales. Este tipo de animales, de gran rusticidad y andariegos, pastan por los campos de la sierra, las derrotas de los prados, y por la tierra de cultivo eliminando los rastrojos y a la vez estercolando y favoreciendo la fertilidad de los suelos, además de ser capaces de soportar bien los rigurosos inviernos y tener un fácil mantenimiento en los días crudos en que no pueden salir a pastar.
Las familias necesitaban diversidad de animales para su autosuficiencia. pero sus cuadras no permitían albergar un número eleva do, por lo cual un miembro de cada familia se dedicaba a su pastoreo por turno de vez, haciéndose responsable del rebaño, partiendo con él del punto de encuentro al amanecer y regresando al atardecer para entregar a los animales dejados a su cargo.
La mejora de las condiciones de vida familiares permitió al concejo poder contratar a un pastor para que este se hiciera cargo del rebaño. al cual dotaron de casa para vivir aportando cada vecino, dependiendo de las cabezas de ganado que tuviera, alimentos de su despensa para el mantenimiento familiar.
Se denominan ‘marones’ (carneros) los machos enteros, regularmente mayores de un año de edad, utilizados como reproducía res del ganado ovino lanar para cubrir las hembras reproductoras.
Una de las ferias más tradicionales de marones fue la que se celebraba en el lugar de Casasola en Valdeolea. La celebración era anual para la compra venta de aquellos animales que sus propietarios hablan criado para semen tales. Esto tenía lugar en el mes de septiembre, del día 19 al anochecer hasta el amanecer del día 20, en un horario poco habitual con el manto de la noche como escenario y la luna y las estrellas siendo testigos de los tratos que se llevaban a efecto.
Acudían a este lugar gentes procedentes de Valdeolea y de los valles y localidades lindantes de Valdeprado del Rio, Los Carabeos, Campoo de Suso y Enmedio, Barruelo, Nestar, Villanueva de Henares, entre otros lugares.
Los ganaderos hacían la entra da en el recinto a pie. trayendo al marón atado con un cordel que iba del cuello del animal a su mano. Unos pocos iban en carro. Por su parte, los compradores llegaban en grupos a pie, aunque algunos lo hacían a caballo.
Los ganaderos iban ocupando posiciones amarrando al animal individualmente alrededor de los portalones, en las rejas de las ventanas, en los árboles y estacas donde poder dejarlos bien separados para ser expuestos, dentro de la oscuridad reinante, y evitar el enfrentamiento entre ellos. La feria transcurría alrededor de la cantina, en la cual se servían buenas jarras de vino y se saboreaban sabrosas cenas de alubias blancas y guisado de oveja para los mejores comensales, y olorosas tortillas, morcilla, chorizo, pollos asados y variados bocadillos para otros.
Esta feria era muy frecuentada por las comisiones nombradas por la Junta de Ganaderos de aquellos Concejos y lugares que tenían rebaños de ovejas. Las comisiones contaban con la presencia del pastor que tenían contratado para el cuidado del rebaño, siendo su opinión valedora al llevarse a cabo la selección y compra de los marones. Dependiendo del número de ovejas que tenía el rebaño, se compraban uno, dos o tres, siendo uno o dos primales y el otro borro, cuando se compraba más de uno.
La compra dependía del presupuesto con el que contaba la comisión y con un buen entendimiento entre los comisionados se conseguían buenos sementales. También realizaban compras algunos ganaderos particulares y había tratantes que compraban y vendían a la vez.
Se recorría la feria con candiles de carburo, velas, mecheros de gasolina, linternas y cerillas. A la hora de escoger los animales se daba preferencia a los machos con crinera de lana hasta en el borde inferior, tronco profundo y bien proporcionado; cruz poco destacada, pecho y lomo anchos; costillares bien arqueados y vientre recogido; cola de inserción baja, muy larga; extremidades fuertes y bien proporcionadas, con buenos aplomos. Se registraba el aparato reproductor mediante palpación y observación, comprobando que el pene corriera libremente por el prepucio, que existiesen los dos testículos en la bolsa escrotal y que se desplazasen libremente. Había una creencia según la cual los que tenían la bolsa testicular abierta o partida daban más hembras. Se miraba la boca para identificar la edad por las palas; con dientes mamones, corderos. Con dos palas, borros, los que mejor venta tenían. Con cuatro palas, primales, los cuales eran rechazados por muchos compradores por cubrir mal las ovejas, sobre todo los que venían de la parte de Nestar. Tampoco tenían buena venta los de color negro, quizá por la superstición en torno a las ovejas negras o por el poco valor de su lana.
En los últimos años gozaron de gran prestigio los procedentes del lugar de Izara (Campoo de Suso) criados por Ubaldo y José.
Esta era la única feria nocturna que conocían los lugareños desde tiempos inmemoriales. El motivo principal de la presencia del pastor en la compra era su papel en la selección de los animales y su participación en la comisión, que era compensada con la cena y el almuerzo de patatas o arroz con bacalao. De la feria partía con los nuevos sementales para integrarlos en el rebaño que dejó la tarde anterior, los cuales empezarían a cubrir las ovejas para obtener buenos corderos.
Con la luz del día se iba despejando el recinto, cada cual a su lugar; unos con la buena compra, otros con la bolsa llena, algunos como vinieran, pera todos con el encanto de la feria.
En el año 1960 se celebró por última vez; varias veces en los últimos años se quiso imponer la celebración diurna, pero la tradición pudo más y hasta su desaparición se celebró de noche, pues de día el pastor se encontraba al cuidado del rebaño que no podía abandonar ni dejar en mano de nadie.
Comentarios recientes