La imitación de los mayores, clave de su desarrollo
Toda civilización nace, crece y evoluciona de acuerdo con las costumbres y tradiciones que se desarrollan en ella. Sus pobladores van adaptando sus leyendas y juegos a los cambios que se producen en su contexto geográfico, social y cultural. En este contexto debemos situar los juegos tradicionales que surgen en el medio rural, de costumbres pastoriles y de su relación con las labores agrícolas y ganaderas, Estos juegos se han transmitido oralmente de generación en generación, marcados en un modo cíclico por las horas del día o las estaciones del año. A través de ellos el niño explora, arriesga, imagina, desafía y aprende comportamientos y reglas creando sentido de comunidad, aprendiendo de sí mismo, y de los demás.
Los juegos tradicionales son también una actividad importante para el desarrollo y para adquirir el dominio de nuevas habilidades y destrezas. Por ejemplo, jugando con determinadas reglas según las cuales se gana o se pierde o construyendo sus juguetes con recursos fácilmente disponibles en la naturaleza, como palos, piedras, huesos, cuerdas, papeles, telas o utensilios del hogar fuera de uso. El niño es el protagonista del juego: crea, imagina o deja de jugar si le apetece.
A ganadero
Los niños tradicionalmente en sus juegos trataban de imitar a sus mayores simulando ser ganaderos, para lo cual se servían de cualquier elemento, palo, cartón o botes de hojalata machacados para confeccionar una manada de vacas y llevarlas a pastar a diferentes prados, simular su subida a los puertos, así como uncirlas y tirar de un improvisado carro o imitar faenas agrícolas. También jugaban a ser tratantes de feria, para lo cual editaban dinero en papelucos recortados de una cuartilla, en los cuales se anotaba un valor en pesetas, repartiéndose dinero y vacas a partes iguales entre el número de participantes, y regateaban en la compra al vendedor para poder hacerse con el máximo número de vacas. Este juego adquiría más actividad cuando de sedentario pasaba a ser activo. En ese caso, los compañeros se sometían a ser figurantes para hacer de vacas, se uncían enlazándose con un brazo por encima del hombro del compañero, siendo dirigidos en sus movimientos por el palo que portaba el delantero, o uno jugaba a ser caballo, para lo cual se le ponía una cuerda por detrás del cuello que pasaba hacia el pecho y volvía por debajo de los sobacos para que le sirviera de riendas y así poder dirigirlo en sus trotes y movimientos. En ocasiones simulaban su montura, encima de un palo o escoba, a la cual golpean con un palo para dar órdenes. Otros recursos habituales eran crear un tren con una retahila de latillas de sardinas que iban uniendo de una en una con una cuerda, o hacer una barca de una corteza de árbol y ponerla a navegar en el pilón del abrevadero o en el pequeño arroyo donde competir con la de sus compañeros.
Otros juegos habituales eran la birla o biligarda, las chapas, los cartones, el aro, la carretilla, la trompa o peonza, tres marinos en el mar, carreras pedestres, a las canicas, al bote, pataratas, la belina, garbancito, la minga, la rayuela, saltando el palo, la raposiña, el pincho, a la raya o esquina, a la una anda la muía, al burro, pico, zorra zaina.. .o a la pelota, la cual se confeccionaba con trapos amarrados. Su bote resultaba ‘atravesau’, lo que dificultaba su remate.
Las niñas, imitadoras de las labores de las madres, confeccionaban cocinitas con piedras y recogían hierbas y flores del campo para hacer en sus cacharritos suculentas comidas. Otras veces mecían en sus brazos los muñecos de madera, trapo o cartón, entonando viejas canciones de cuna paraque así arropados se durmieran. También solían jugar a la soga, la comba, las piedras, las tabas...
Había juegos que se practicaban entre componentes del mismo sexo o que, compartidos con el sexo opuesto, daban una mayor participación y divertimento, como saltar a la soga, la zapatilla por detrás o la gallinita ciega, al escondite, al castro, los zancos, al pañuelo, al corro...
Todos esos juegos empiezan con echar a suerte el orden de participación, mediante el tiro a la raya, medir a pasos o a quien saque la paja más larga.
Algunos juegos precisan de retahilas de inicio o canciones durante su desarrollo, aprendiendo a memorizar y llevar los compases y ritmos.
Los juegos de mocedad, en sus dos divisiones principales de movimiento y sedentarios, constituían un recurso de gran importancia para su formación tanto mental como física, formanao parte del desarrollo del individuo. Destacan grandes juegos de fuerza y habilidad en los que se exaltan todas las energías vitales. Este desarrollo de la fuerza física va siempre acompañado de un activo ejercicio de los sentidos y de todas las facultades intelectuales, comunica movimientos y energía, desarrolla la perspicacia y agudiza la inventiva y el ingenio.
La mayoría de los juegos eran colectivos. Ganar conllevaba una distinción social de cara al resto de convecinos. Entre dichos juegos podemos enumerar: la lichona, la calva, la tuta, el moscón, la belina, los bolos en sus dos modalidades de palma y pasa bolos tablón, lanzamiento de barra, los aluches...
Durante las fiestas patronales del valle se realizaban algunos juegos donde concurrían tanto los niños como la mocedad a competir en las actividades programadas. Cabe resaltar las carreras de sacos o las de cintas en bicicleta a falta de caballos de montura, o la soga tira entre diferentes pueblos.
Los mayores, a la mesa
Los juegos de los casados dependían en gran parte de los juegos de mesa, ya que las labores agropecuarias suponían un esfuerzo de merecido descanso. Estos se realizaban familiarmente en el hogar, aunque la mayoría de veces también en la cantina, donde jugaban a las cartas con los vecinos y forasteros: el mus, el tute, el julepe, la brisca, el as, dos, tres, el burro, el chinchón, la escoba o la siete y media. En días festivos, si el tiempo lo permitía, jugaban una partida de bolos.
Las transformaciones en la sociedad moderna y la falta de lugares y tiempo para jugar han dejado pendientes de un hilo los juegos tanto tradicionales como populares. Hoy el niño no necesita ser entretenido; para eso están la televisión, los ordenadores, las videoconsolas, las tablets, los teléfonos móviles y toda la tecnología en juguetes sofisticados creada por las grandes marcas en la mayoría de los casos para que él sea un simple espectador.
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