El rabel y su práctica musical en Campoo en nuestros días

Susana Moreno Fernández

INTRODUCCIÓN
 
En este artículo sintetizo algunas reflexiones acerca de la práctica del rabel en el valle de Campoo que se hallan recogidas en mi tesis doctoral, la cual ver­sa sobre las prácticas musicales del rabel en Cantabria (1). En di­cho trabajo abordo un estudio de los cambios registrados en la tradición del rabel en la región cántabra en los últimos años, en los que ésta ha experimentado un proceso de revitalización. Refiriéndome al caso concreto de la práctica campurriana del ra­bel, mostraré aquí el modo en que ha tenido lugar ese fenóme­no de cambio, y detallaré sus repercusiones en diferentes as­pectos de dicha música como las ocasiones en que se toca, los usos que se le asignan, el tipo de repertorio que se interpreta con ese instrumento, así como las propias técnicas y estilos que se han usado tradicionalmente para su ejecución.
 
Actuaciones del III encuentro de rabelistas en OleaSon varios los autores que han contribuido al conocimiento de la práctica tradicional del rabel campurriano hasta el momen­to (2); algunos de ellos en volúmenes anteriores de los Cuader­nos de Campoo en los que se incluye este artículo. Por lo general, los trabajos previos acerca del rabel en la zona se ocupan exclusi­vamente de su práctica tradicional en el pasado dentro del medio rural, en donde se desenvolvió hasta los años 1980s fundamen­talmente, la cual aún continúa presente en nuestros días en ma­nos de unos pocos representantes entre los que podemos desta­car a dos rabelistas de Campoo de Suso: Paco Sobaler de Espini­lla, y Florencio González de Proaño (hoy residente en Reinosa).
 
En cambio, son muy raros y bastante genéricos los estudios que prestan atención a la realidad actual de esta práctica del ra­bel en Campoo (con las continuidades y los cambios que ésta comporta con respecto a la tradición anterior). Mi propósito aquí es precisamente el de analizar con cierto detalle la práctica del rabel campurriano vigente en nuestros días, contextualizándola además dentro de las distintas manifestaciones que hoy presen­ta la práctica del rabel en la región cántabra, tal y como he he­cho ya en anteriores publicaciones (3).
 
 
LA TRADICIÓN DEL RABEL EN EL MEDIO RURAL CAMPURRIANO
 
Sabemos, por el testimonio de los rabelistas que aún viven y por lo que autores anteriores han publica­do acerca de este asunto, que tradicionalmente la interpretación del rabel en el valle de Campoo constituía una práctica de uso doméstico y cotidiano. Los tañedores de este instrumento solían reunirse en cualquier época del año, prin­cipalmente durante el invierno, para tocar en sus propias ca­sas o bien en las de sus vecinos, en donde junto al fuego com­partían con familiares y allegados "cantares", recitaciones de coplas, narraciones de historias, chismorreos y hasta bailes al son de jotas "a lo pesao" y "a lo ligero".
 
En esos contextos el rabelista empleaba el rabel siempre como acompañamiento y soporte melódico-rítmico para el canto, duplicando la melodía que él cantaba o reproduciéndola de forma variada, algo que aún se mantiene en la actualidad entre los intérpretes campurrianos.
 
Los músicos tradicionales iniciados al rabel en aquel medio rural aprendieron a tañer este instrumento habitualmente con alguno de sus familiares espontáneamente en el contexto coti­diano, y los rabeles que tocaban y aún tocan son bastante rudimentarios. Constan normalmente de dos cuerdas (aunque también existen ejem­plares de tres cuerdas y -excepcionalmente- de cuatro), las cuales afinan de oído, y de las que tienden a utilizar sólo la primera para ejecutar la melodía. Por lo tanto, las posibilidades sonoras e interpretativas con las que cuentan los intér­pretes tradicionales son bastante reducidas. Además, la sono­ridad de las interpretaciones de estos rabelistas es muy ines­table, con muchas oscilaciones en la afinación, debido en bue­na medida a los materiales y los modos de fabricación rudi­mentarios que son propios de los instrumentos usados tradi­cionalmente en el medio campurriano.
 
Según he podido constatar, los tres factores básicos que han de coordinarse adecuadamente en la interpretación tradi­cional del rabel son: el movimiento del arco sobre las cuerdas, la digitación (o movimiento de los dedos sobre las mismas), y la voz cantada (4). Todo para obtener del rabel acentos, orna­mentos y matices característicos del acompañamiento para el canto y el baile. De esta manera, el instrumento contribuye a reforzar a la voz cantada en las interpretaciones tradicionales, pues es fundamental que ambas "voces" o sonoridades (la del intérprete y la del rabel) "igualen".
El estilo tradicional de interpretación del rabel en Campoo tiene unos rasgos peculiares que lo distinguen del de Potacio­nes. Este último es el otro estilo que existe tradicionalmente para tocar el rabel en Cantabria, y su nombre se deriva tam­bién del valle en el que ha sido cultivado al menos durante los dos últimos siglos (5). Para tocar al estilo campurriano, los ra­belistas suelen afinar la primera cuerda del rabel una o dos oc­tavas por encima de su voz, en una tesitura bastante aguda, y la segunda cuerda aproximadamente a una 4a, 5a u 8a por de­bajo de la primera.
 
Puesto que en este estilo el instrumento se coloca en posi­ción horizontal apoyado en el pecho del intérprete, éste pue­de permanecer de pie (como en la siguiente ilustración) o sen­tarse para ejecutar sus cantos y toques.
 
He podido observar que en esta ejecución del rabel al estilo campurriano las cuerdas son frotadas individualmente, saltando de una a otra, de modo que favorece el uso melódico de la pri­mera cuerda. Mientras, la segunda puede utilizarse bien como nota tenida o "bordón", o bien para alcanzar alguna nota más grave de la melodía a la que no llega la primera cuerda.
 
En este aspecto es muy peculiar el estilo de ejecución de al­gunos intérpretes campurrianos de los que hoy hemos de des­tacar al tan renombrado Paco Sobaler, quien afina ambas cuer­das a la octava (6) y las "pisa" con los dedos sobre el mástil si­multáneamente creando con ambas la melodía en lugar de em­plear una cuerda para la melodía y la otra para acompañamien­to. También Florencio González pisa dos cuerdas a la vez en sus interpretaciones, aunque tiende a afinarlas a una distancia de quinta en lugar de a la octava.
 
 
RECUPERACIÓN DEL RABEL CAMPURRIANO
 
Aunque en la década de los 1980s la tradición del ra­bel en Campoo experimentó un notable receso (co­mo en toda Cantabria), en la actualidad podemos constatar con satisfacción cómo se ha recuperado su práctica musical en la zona. Los esfuerzos de revitalizar esa tradición mu­sical campurriana han sido llevados a cabo esencialmente des­de un foco urbanizado como lo es Reinosa, de modo que la an­tigua práctica rural del rabel pervive hoy gracias a que ha sido integrada en un contexto novedoso, diferente.
 
El empeño en mantener viva esta tradición comenzó a co­brar verdadera fuerza en la región cántabra a comienzos de la década de los 90 en focos alejados de Campoo como las ciuda­des de Torrelavega y Santander. Allí se empezó a enseñar a to­car el rabel en las escuelas de folclore fundadas en los años 1991 y 1995 respectivamente, y éstas iniciativas tuvieron luego eco en la zona campurriana. Ya desde años anteriores se habían orga­nizado en esa zona algunos cursillos de rabel que, pese a su tras­cendencia, no habían logrado alcanzar una gran repercusión. Pero en el año 2000 se fundó la Asociación Cultural y Juvenil Rabelistas Campurrianos de Reinosa, presidida por los rabelistas y constructores de rabel Tomás Macho Gómez (inicialmente) y Claudio Gómez Solar (en la actualidad).
 
Si en toda la región ha sido decisiva la labor realizada desde las escuelas de folclore para recuperar las tradiciones musicales de Cantabria, en el caso del rabel en la zona campurriana se pue­de afirmar que la contribución más decisiva para mantener hoy su práctica viene de manos de "la escuela campurriana de rabel" (7) que han creado en los últimos años intérpretes relacionados de uno u otro modo con la mencionada Asociación Cultural y Juvenil Rabelistas Campurrianos (8).
 
Dicha asociación alberga en el año 2006 noventa y siete- miembros -de los cuales veinte somos intérpretes de rabel-, y su principal propósito es el de conservar y perpetuar la tradición del rabel campurriano desde una fidelidad hacia los modos y for­mas de tocar tradicionales (9).
 
No obstante, esa visión continuista va hoy inevitablemente unida a cierta necesidad de renovar la práctica interpretativa del tradicionalmente aislado valle de Campoo por varias razones. En primer lugar, porque la práctica hoy revivida es cultivada sobre todo por las nuevas generaciones de intérpretes, de edades di­versas (desde niños hasta jubilados), quienes se desenvuelven en un ambiente distinto del rural al que pertenecen los rabelis­tas tradicionales y, por ende, tienen gustos y ambiciones estéti­cas y musicales diferentes de las de aquéllos.
 
El rabelista Paco Sobaler interpretando al estilo de CampooEsta diferencia en la procedencia, la formación y los gustos de los intérpretes se hace presente, por ejemplo, en los reperto­rios ejecutados en la tradición revivida. Entre ellos encontramos no sólo los cantos tradicionalmente asociados a dicho instru­mento, sino también otras músicas actuales de tipo folk, celta, etc. que hoy están presentes en nuestra sociedad, más abierta y dinámica.
En su nuevo contexto, la práctica del rabel difiere de la tra­dicional en múltiples aspectos como en el modo, el lugar y el tiempo en que se manifiesta. Por ejemplo, el rabel ya no se to­ca en el ámbito doméstico. En su proceso de revitalización du­rante los últimos años dicha práctica ha sido folclorizada y so­metida a un proceso de puesta en espectáculo. En los escena­rios públicos en donde hoy tiene lugar, la interpretación del ra­bel constituye una performance, en tanto que comprende el de­sempeño de un músico sobre un escenario en ocasiones seña­ladas, ajenas al contexto cotidiano en que se desarrollaban tra­dicionalmente.
 
Las diversas ocasiones en que se manifiesta hoy la interpre­tación del rabel al estilo campurriano se pueden clasificar de la siguiente manera:
 
1.Festivales y actuaciones folclóricas, como el Festival de música cántabra "Magosta folk" o el Festival Folk de Pie de Con­cha, celebrados desde finales de los años ochenta, en los que la presencia de rabelistas ha aumentado en los últimos años.
 
2.Actos culturales o conmemorativos, como el Día del rabel campurriano que celebra anualmente en julio la Asociación Cul­tural y Juvenil Rabelistas Campurrianos desde el año 2000, o los actos de homenaje a algunos rabelistas como el que se ofreció a Donato Muñoz en Mataporquera el 8 de julio de 2001.
 
3.Encuentros de rabelistas, que se vienen celebrando en Olea (Valdeolea) en los años 2000, 2002, 2003, 2004 y 2006, or­ganizados por la asociación cultural y turística Endó-Olea.
 
4. Conciertos, recitales o sesiones de rabel, como el Con­cierto de "Fin de año" de Rabel y Música Popular que celebra desde el 2000 la Asociación Cultural y Juvenil Rabelistas Cam­purrianos el último sábado del mes de diciembre; o los concier­tos para la tercera edad ofrecidos cada año por rabelistas de di­cha asociación en el IMSERSO en el mes de noviembre.
 
5.Certámenes y concursos, entre los que destacan el Certa­men de rabel "Valle de Polaciones" que se celebra en Pejanda (Polaciones) desde 1986 y al que acuden intérpretes de toda Cantabria; o el centenario y reconocido certamen folclórico de "San Mateo" que se celebra en Reinosa con motivo de las fiestas patronales de la localidad.
 
La actuación en ese tipo de eventos conlleva a su vez dife­rencias en el comportamiento del músico en escena, así como en su interacción con el público asistente. Durante la perfor­mance, el numeroso público (fundamentalmente local) que acu­de a estos actos participa de forma pasiva, como oyente y ob­servador de las habilidades de los rabelistas, mientras antigua­mente el tañedor y sus acompañantes intervenían activamente en la ejecución. De todos modos, se continúa valorando la per­sonalidad interpretativa de cada músico, y aunque han surgido agrupaciones de rabeles o de éste y otros instrumentos, la ten­dencia mayoritaria es la de mantener la ejecución individual del rabel que han practicado los rabelistas campurrianos durante to­do el siglo XX.
 
Por otra parte, algunas transformaciones introducidas en la tradición en los últimos tiempos se derivan de los nuevos mo­delos de rabeles que hoy se construyen de forma masiva y están a disposición de los intérpretes. Son instrumentos con mayor vo­lumen y con una sonoridad más perfeccionada, e incluyen cada vez con mayor frecuencia tres cuerdas, lo cual permite hoy ex­perimentar con el instrumento, emplear de forma melódica to­das las cuerdas, e interpretar así repertorios más diversos que los que ejecutaban los rabelistas tradicionales campurrianos.
 
Las importantes mejoras introducidas en los últimos años en la construcción del rabel han repercutido fundamentalmente en alteraciones en su volumen sonoro, su afinación (10) y su tim­bre, y han contribuido a definir en los últimos años un nuevo ideal sonoro asociado a este instrumento y a su práctica musi­cal. Para las nuevas generaciones de rabelistas la actual sonori­dad supone una importante mejora con respecto a los antiguos rabeles, los cuales "no tienen un sonido limpio". Por su parte, los intérpretes tradicionales no se identifican con el modo en que suenan los rabeles modernos, y echan en falta el sonido y la téc­nica característica del rabel campurriano que ellos conocieron. En consecuencia, intérpretes como Paco Sobaler opinan que los nuevos rabelistas no han asimilado bien los modos y formas tra­dicionales de tocar, y consideran que la tradición del rabel que representan se perderá cuando ellos ya no estén.
 
 
MODOS Y TÉCNICAS DE INTERPRETACIÓN ACTUALES
 
Las modificaciones introducidas en las propiedades sonoras del rabel, así como las nuevas necesidades interpretativas que han emergido en los contextos públicos actuales antes aludidos en los que se interpreta hoy es­te instrumento, han derivado a su vez en algunas alteraciones en la técnica interpretativa del mismo, de las cuales resumimos aquí las más notables.
 
Para comenzar, las nuevas generaciones de intérpretes no sólo tocamos según el modo tradicional de Campoo, sino que muchos experimentamos también con el estilo de Polaciones, hoy conocido en la zona dada la movilidad de los intérpretes que tocan según esos dos estilos en los conciertos, certámenes, en­cuentros de rabelistas, etc. citados más arriba que se celebran hoy en diferentes áreas de la región cántabra.
 
El rabelista José Luis Robles actuando en el Certamen de rabel ·Valle de Polaciones" en 2002Además, tal y como cabe suponer, las técnicas de interpre­tación que se enseñan y difunden hoy en "la escuela de rabel campurriana" no son una reproducción fiel de aquellos que fue­ron transmitidos desde los rabelistas tradicionales. Los monito­res de rabel han modificado en cierta medida algunos rasgos téc­nicos de la tradición heredada con el fin de adaptarlos a sus pro­pios gustos musicales y de hacer este instrumento más atractivo para las nuevas generaciones.
 
Algunas modificaciones concretas introducidas en los últi­mos años en la técnica de ejecución del rabel campurriano se hacen presentes, por ejemplo, en el golpe del arco. Se realizan hoy con recorridos mucho más largos y más regulares del arco sobre las cuerdas, de forma semejante a la técnica para tocar el violín. Esto ha derivado a su vez en una sensación de mayor re­gularidad métrica en las interpretaciones.
 
De igual modo, se utilizan con mayor frecuencia las "dobles cuerdas" (es decir, que el arco frota dos cuerdas simultáneamente todo el tiempo en lugar de saltar de una cuerda a otra co­mo en el estilo tradicional de Campoo), lo cual conduce a una sonoridad más densa que la tradicional. Con ello, los dos estilos de ejecución del rabel en Cantabria, el de Campoo y el de Polaciones, comparten más rasgos que antiguamente, y por lo tan­to han perdido parte de sus rasgos distin­tivos que permitían diferenciarlos con cla­ridad hasta hace poco más" de una década.
 
Otro aspecto que se ha transformado es la afinación de las cuerdas (que como indicamos tienden a ser tres) las cuales se afinan hoy en combinaciones diversas de intervalos de cuarta, quinta y octava. También las modalidades de ejecución del rabel han cambiado. Si bien continúan sien­do más habituales las interpretaciones mixtas, hay rabelistas que interpretan también piezas exclusivamente instrumentales -muchas veces más elaboradas que las del repertorio conoci­do del rabel en la zona-, lo cual supone una ruptura importan­te con la práctica tradicional, en la que el rabel es sólo un acompañamiento y refuerzo para el canto, tal y como indica­mos más arriba.
 
A modo de síntesis de estas transformaciones operadas en la interpretación del rabel campurriano en los últimos años en los que ha sido revivida su práctica musical, presentamos en el si­guiente cuadro los rasgos que caracterizan a los modos tradicio­nales, en contraste con los propios de las tendencias interpreta­tivas más recientes.

Rasgos

Empleo tradicional

Uso innovador

Uso del arco

-Recorridos cortos y deslizamiento sobre las cuerdas con pequeños botes y saltos de una a otra cuerda.

-Recorrido del arco más continuo y largo, similar a la técnica del violín.

Uso y afinación de las cuerdas

-Uso mayoritario de dos cuerdas.

-Se alterna su uso individual y simultáneo.

-Afinación variable. Por cuartas, quintas u  octavas.

-Tendencia a usar tres cuerdas.

-Uso de dobles cuerdas y otras técnicas que han derivado en nuevas sonoridades.

-Afinación estable. Combinaciones más diversas.

Modalidad de ejecución

El rabel acompaña a la voz.

Acompaña a la voz (mayoritario). Uso meramente instrumental.

Rasgos estilísticos

-Imprecisión métrica.

-Texturas sencillas: melodía con acompañamiento ocasional de bordón.

-Regularidad métrica.

-Texturas más complejas y mayor diversidad melódica.

 
NUEVAS ACTITUDES HACÍA LA TRADICIÓN
 
Ante la presencia de transformaciones en la tradición del rabel como las anteriormente indicadas, entre los rabelistas campurrianos se manifiestan hoy di­ferentes actitudes hacia la práctica de este instrumento. Se pue­de afirmar que, por un lado, están los partidarios de conservar la tradición del rabel con la mayor fidelidad posible, y por otro lado, quienes optan por introducir algunas innovaciones con las que perfeccionar sus posibilidades musicales.
 
Dichas actitudes se han ido despertando a lo largo del pro­ceso de revitalización del rabel en los últimos años no sólo en Campoo, sino en toda Cantabria, cuando se ha desatado la si­guiente polémica:
En este presente-futuro, tropezamos con la primera dificul­tad importante: ¿Hasta dónde debe llegar la tradición a la hora de tañer el rabel? ¿Qué postura debemos defender, la purista o la progresista? ¿Vale todo o, al contrario, debemos seguir tocan­do los ritmos [...] de siempre, aunque cambiemos la letra de las coplas? (Macho 2002:16).
 
Mi opinión es que entre los rabelistas campurrianos predo­mina una voluntad de perpetuar la antigua tradición rural como guardianes de ese valioso legado de su tierra. Legado que les ha llegado directamente del valle en que se desenvuelven, por lo que los seguidores del rabel en esa zona tienen mejor asimilada la tradición genuina de este instrumento. Mientras, en las escue­las de Torrelavega y Santander (y sus ramificaciones en otros fo­cos del centro-norte de Cantabria) las innovaciones introducidas hasta el momento han sido mayores. Tal vez porque en esos fo­cos no se ha vivido tan de cerca la práctica tradicional del rabel, la cual ha llegado hasta nosotros como una manifestación musi­cal cultivada prioritariamente en los valles de Campoo y Pola­ciones, en el sur de Cantabria.
 

NOTAS
 
(1) Defendí dicha tesis, titulada Aproximación al estudio de un cambio musical. Procesos registrados en las prácticas tradicio­nales del rabel en Cantabria, en abril de 2006 en la Universidad de Valladolid, en donde realicé el doctorado y soy actualmente Profesora Asociada. Con dicha tesis doctoral mi intención es la de aportar un mejor conocimiento de esta práctica partiendo de la investigación documental y la realización de trabajo de cam­po en la región cántabra.
(2) De entre ellas destacan las aportaciones de Tomás Macho Gómez: Macho 2000, 2001, 2002, 2003 y 2004. Cabe también mencionar: Conde y Pastor 2006; González González 1998; Payno 2004; Ruiz fuertes 2002a y 2002b; W. AA. (sí.) Asociación Cultural...
(3) Confróntense: Moreno Fernández, S. (2004) "El revival del rabel en Cantabria" en J. Martí y S. Martínez (eds.) Voces e imá­genes en la etnomusicología actual. Actas del VII Congreso de la SIbE. Sociedad de Etnomusicología, Madrid: Ministerio de Cultu­ra, pp. 207-216; y Moreno Fernández, S. (2006) "Las prácticas musicales del rabel en Cantabria. Fuentes para su conocimiento y procesos recientes" en Primeras Jornadas de Música Tradicio­nal Cántabra, abril de 2005, Santander: Consejo Asesor de RTVE en Cantabria, pp. 67-73-
(4) Para una descripción minuciosa del modo de tocar el rabel según el estilo tradicional de Campoo véase Macho 2003.
(5) Para tocar al estilo de Polaciones el intérprete, una vez sen­tado, sujeta la caja del rabel entre sus rodillas, al tiempo que sostiene el clavijero con su mano izquierda apoyándolo en su pecho. Sostiene entonces el rabel en posición vertical en una posición similar a la que se adopta en la interpretación del vio­lonchelo.
(6) En ocasiones las afina a la quinta en lugar de a la octava. De cualquier modo, recordemos que las afinaciones se realizan de oído y por lo tanto los intervalos aquí indicados son sólo apro­ximados.
(7) Así propongo llamarla para distinguirla de las escuelas de Santander y de Torrelavega antes mencionadas.
(8) Tomás Macho, como presidente de la misma y monitor de rabel, ha destacado en reiteradas ocasiones el importante papel que ha desempeñado dicha asociación. Algunos integrantes de la misma como Alfonso Ahumada y Luis Alberto Terán han de­sarrollado igualmente una labor de enseñanza del rabel en Mataporquera y Fresno del Río en los últimos años, de modo que la suma de todos esos esfuerzos hace que hoy haya un nutrido número de rabelistas campurrianos. Al mismo tiempo, puesto que los monitores de rabel que enseñan a tocar este instrumen­to al estilo campurriano no viven y se desenvuelven solamente en Campoo, la técnica interpretativa al estilo campurriano se ha recuperado dentro y fuera de dicho valle. Hasta hace aproxima­damente un año el estilo campurriano se enseñaba casi exclusi­vamente en la zona de Campoo, mientras en Santander y Torre­lavega se primaba el estilo purriego de Polaciones (pues así lo establecieron los monitores de dichas escuelas, Chema Puente y Esteban Bolado, respectivamente). Pero desde entonces este estilo de Campoo se enseña también en la escuela de Santander, dado que es monitor de dicha escuela el mencionado rabelista campurriano Luis Alberto Terán.
(9) Rosa María Conde y Teodoro Pastor recogen en un artículo de Cuadernos de Campoo publicado en marzo del presente año que "El fin de la Asociación, aparte de fomentar el estudio de las tradiciones de Campoo respecto al conocimiento del rabel, es la innovación técnica y musical. Desarrollando el uso del rabel co­mo instrumento solista, aparte del uso tradicional como acom­pañamiento de la voz para extraer todas sus posibilidades ex­presivas" (Conde y Pastor, 2006:22). A mi modo de ver, es cier­to que dicha asociación persigue que se conozca el rabel, pero sus pretensiones no van tan encaminadas a innovar, sino a "[...] favorecer el contacto con nuestra música tradicional, animando en este objetivo preferentemente a los jóvenes [...] (AA.W. Aso­ciación Cultural..., folleto de presentación).
(10) Los rabelistas se sirven para ello de nuevos medios técni­cos, tales como afinadores electrónicos.
 

BIBLIOGRAFIA
 
-AA.W. (s.f.) Asociación Cultural y Juvenil Rabelistas Campu­rrianos, folleto de presentación.
-Conde López, R. M. y T. Pastor Martínez, (2006) "Agrupacio­nes musicales reinosanas (II): la educación y la difusión musical en Reinosa y Campoo", Cuadernos de Campoo, n° 43, pp. 19-26.
-González González, M. E. (1998) "Cantos, bailes, instrumentos y grupos de Campoo", Cuadernos de Campoo, n° 13, pp. 26-30.
-Macho Gómez, T. (2000) Apuntes de rabel, Reinosa: s.e.
-Macho Gómez, T. (2001), "El rabel campurriano: entre el ayer y el mañana", Cuadernos de Campoo, n° 56, pp. 24-34.
-Macho Gómez, T. (2002) Asociación Cultural y Juvenil "Rabe­listas Campurrianos". Memoria de Actividades año 2001, Rei­nosa: s.e.
-Macho Gómez, T. (2003) Método didáctico- práctico para to­car el rabel, Reinosa: Gobierno de Cantabria. Consejería de Cul­tura, Turismo y Deporte, y Tomás Macho Gómez (ed. conjunta).
-Macho Gómez, T. (2004) Asociación Cultural y Juvenil "Rabe­listas Campurrianos". Memoria de Actividades Año 2003, Rei­nosa: s.e.
-Ruiz Fuertes, A. (2002a) "Macho Gómez, Tomás" en Gran En­ciclopedia de Cantabria, vol. XI - Anexo 2 (1995-2002), Santan­der: Gobierno de Cantabria. Consejería de Cultura, Turismo y Deporte, pp. 220-221.
-Ruiz Fuertes, A. (2002b) "Sobaler Barrio, Francisco" en Gran Enciclopedia de Cantabria, vol. XI- Anexo 3 (1985-2002), San­tander: Gobierno de Cantabria. Consejería de Cultura, Turismo y Deporte, p. 218.