El territorio montañoso que se extiende en torno a la cabecera del Ebro y del alto Pisuerga presenta un tipo de material pétreo blando que, ya desde épocas muy tempranas, ha facilitado a los moradores de estos valles la construcción de habitáculos de gran envergadura mediante el vaciado de las crestas y peñas de arenisca. La proximidad de arroyos o riachuelos y de zonas llanas propicias para la práctica de la agricultura ha hecho de estos enclaves geográficos un territorio favorable para el emplazamiento de grupos humanos.
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