Colaboradores: Nacho Zubelzu, Margarita Rodríguez, Ana Álvarez, Lucía Zubelzu, Pedro Díaz, Amanda Villanueva, Amelia Ahumada, Gabriel Argumosa, Casa de Cultura Sánchez Díaz y Museo Etnográfico El Pajar Proaño.
Hacer la colada era una de las labores domésticas propias de la mujer y era una tarea ingrata y agotadora. Tenían que pasar horas lavando en las riberas de los ríos, arroyos, lavaderos públicos o privados, en los desvacíes de los molinos o en charcas de desagües de las fuentes del lugar. Todo ello a la intemperie y con las condiciones climatológicas que todos conocemos. Se les cortaban las manos de frío, lo que provocó numerosas enfermedades asociadas a esta labor.
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