Si pretendemos reconstruir el pasado histórico de cualquier civilización, resultará imprescindible contar con los restos epigráficos que han llegado hasta nuestros días. La incisión de palabras en piedra o en cualquier otro soporte duro con fines de exposición y constancia, ha desempeñado un papel importante en casi todas las culturas
(1).
En ocasiones, las inscripciones constituyen los únicos testimonios para conocer aquellos periodos donde escasean otras fuentes. Su carácter primario y directo nos garantiza que han llegado hasta nosotros sin transformaciones de ningún tipo desde el momento en que se grabó el texto.
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