Cuaderno 47

Costumbres propias de Campoo en el siglo XVII

Carlos Argüeso Seco

Este artículo, dedicado a la Virgen de Montesclaros, patrona de la Merindad de Campoo, obtuvo el Primer Premio de Investigación en el Concurso "Julio Montes Sáiz " de 2006
 
INTRODUCCIÓN
 
La actual comarca de Campoo-Los Valles se compone de más de 150 localidades distribuidas en 11 munici­pios: Reinosa, Hermandad de Campoo de Suso, Cam­poo de Enmedio, Campoo de Yuso, Las Rozas de Valdearroyo, Valdeolea, Valdeprado del Río, Valderredible, San Miguel de Aguayo, Pesquera y Santiurde de Reinosa, con una extensión total aproximada de 1.000 kilómetros cuadrados y una pobla­ción aproximada de 25.000 habitantes. La altura varía desde los 850 metros sobre el nivel del mar de Reinosa a los más de 2.200 metros en las altas cumbres de Alto Campoo (estación de esquí). Limita al sur con las provincias de Palencia y Burgos, por lo que presenta unas características físicas intermedias entre la meseta castellana y las abruptas y verdes montañas cántabras, siendo su clima frío, especialmente en el invierno.

Bolos en Campoo

Miguel Ángel Sáiz Barrio

INTRODUCCIÓN
 
Seguramente la principal manifestación lúdica, de cualquier civilización conocida, se ha expresado a través del juego. Individual o colectivamente, sus in­dividuos, valiéndose de los elementos y espacios más simples encontrados a su alcance, se las han ingeniado para transfor­marlos en diversos artilugios y campos para su divertimento.
 
El primer humano que arrojó un canto, con la intención de ejercitar su puntería sobre un tronco, palo, piedra, etc., puso en marcha un entretenimiento que con el devenir de los tiempos, derivaría en las diversas modalidades bolísticas.
 
En las aldeas de la Merindad de Campoo, este primitivo es­parcimiento orientó a sus moradores, fundamentalmente hacia dos fórmulas de práctica del juego de los bolos: el pasabolo-tablón y, en especial, el predominante bolo palma o montañés.
 

La cárcel del agua

Rosa Pérez Quevedo

EL PARSIMONIOSO DECLIVE DE LAS ROZAS DE VALDEARROYO
 
A mediados del siglo XIX, en el término municipal de Las Rozas de Valdearroyo, se desarrollaba una in­dustria casi olvidada: la fabricación de vidrio. Di­cha fábrica suponía un impulso de los nuevos oficios, la pobla­ción obrera y la iniciación a un comercio incipiente, hecho im­portante para una economía hasta entonces basada en la pe­queña industria de abastecimiento generada por la ganadería, la agricultura y la explotación del carbón a pequeña escala.
 
Con las fábricas de La Luisiana, en las Rozas, La Cantábri­ca, en Arroyo y Santa Clara, en Reinosa, donde se fabricaban vidrios planos, botellas y fanales, se pone en marcha el primer complejo vidriero nacional, consiguiendo, de este modo, la ins­tauración del primer atisbo de industria en una zona de poco calado mercantil.
 
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