Pick era el seudónimo de José del Río Sáinz, un santanderino de 1884, marino de profesión y como tal navegante durante varios años, principalmente por los mares del Norte. En el otoño de 1907 hubo de desembarcar, herido a consecuencia de un fuerte temporal, y mientras convalecía le ofrecieron incorporarse a la redacción de La Atalaya (LA), lo que le varó para siempre en el periodismo.
Durante el último cuarto del siglo XV la Hacienda Real recaudaba sus ingresos en el espacio comprenden por la actual Comunidad Autónoma de Cantabria por 4 conceptos:
1) En primer lugar gravando a la actividad comercial y artesanal y a los consumidores a través de las alcabalas.
2) En segundo, imponiendo el diezmo de la mar a la entrada y salida de mercancías por los 'puertos de la mar de Castilla" (Castro Urdíales, Laredo, Santander y San Vicente de la Barquera)
3) En tercero, mediante el monopolio y estanco de la sal establecido desde los alfolíes (Santander y San Vicente de la Barquera).
4) Y, por último, participando del diezmo eclesiástico a través de las tercias reales.
Raquel Gutiérrez Sebastián y Teodoro Pastor Martínez
Dentro de la desconocida obra de Duque y Merino quizá el rincón más ignorado sea el de su actividad teatral. Aunque los investigadores podemos deducir indirectamente por la documentación que poseemos su interés por el teatro, en la bibliografía más clásica sobre este reinosano ilustre (bastante escasa por cierto) encontramos o bien un silencio sobre sus labores como comediógrafo e incluso como crítico teatral, o bien la declaración manifiesta del desconocimiento de tal actividad. Esto último sucede, por ejemplo, con las líneas que Santiago Arenal dedica a los quehaceres dramáticos de Duque y Merino: "Tenemos que confesar que no nos ha sido posible haber encontrado en parte alguna las obras teatrales que como de él mencionan quienes han dedicado sucintas notas informativas al escritor reinosano". (Arenal, 1951 :LVI).
"... Pero entonces, cuando vinieron los ingleses y empezaron a dar barrenos por esas cuestas, nos burlábamos de ellos.
- Sí; como no allanéis la sierra pa quépase la conductora por ahí... decíamos al verlos; y seguíamos carreteando. Cuando la primera conductora pasó de Alar a Reinosa, después de aquellas primeras fiestas que hicieron, que nusotros creímos que no eran más que diversiones de señores; cuando yo la vi carga un día y llevar ella sola en un viaje más sacos que los que podíamos portear veinte carreterías juntas ... vos aseguro que entonces me quedé suspensu, sin saber lo que me pasaba.
- Pero... ¿y después?
- ¿Cómo después?
- Cuando anduvo de Santander a Barcena.
- Daño nos hizo, Chisco, y muchos carreteros se retiraron entonces; pero nosotros toavía porteábamos entre Reinosa y Barcena, y nos iba mal.
(1)La catalogación y el estudio del patrimonio etnográfico es, sin duda, una tarea necesaria y fundamental. Especialmente en lo relativo a la cultura inmaterial, ya que debido a su propia esencia, es la más susceptible de perderse (2). Uno de sus capítulos principales es la tradición oral y, dentro de ella, el estudio del Romancero. Su investigación ha sido abordada desde diversas perspectivas y evolución (3). A pesar de que el primer texto romancístico que se conoce en la Península Ibérica hasta el momento data de 1421 (4), habrá que esperar casi dos siglos, con el desarrollo de las disciplinas científicas, para que el estudio del Romancero de tradición oral en la Península sea una realidad irrefutable. Dos siglos más para el comienzo del estudio del Romancero de tradición oral en Cantabria. Y a la segunda década del siglo XX para la recogida de los primeros textos romancísticos en tierras campurrianas.
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