Cuaderno 42

El trabajo de un herrero campurriano: Antonio Martínez, el herrero de Espinilla

José Antonio Gutiérrez Delgado

 
INTRODUCCIÓN
Con la finalización del siglo XX no sólo terminó la vi­gésima centuria de nuestra era sino que, además, cer­tificó lo que se iba produciendo en los últimos años: la desaparición de formas de vida, actividades y oficios en el me­dio rural de la comarca de Campoo. Es el caso de los herreros: ya no quedan en los pueblos ni en Reinosa. Unos abandonaron la profesión por otra mejor remunerada en la industria; otros se jubilaron y, en todos los casos, principalmente porque a partir de la mecanización del campo y la decantación mayoritaria por la ganadería en todos los municipios, el oficio de herrero se hi­zo prescindible.
 
Sin embargo, el herrero a lo largo de la historia ha sido ne­cesario en la vida tradicional de los pueblos porque de él de­pendía la reparación y la fabricación de herramientas y utensi­lios para la actividad doméstica y productiva.
 
El herrero de los pueblos era también cerrajero y herrador: por eso junto a la fragua era frecuente hallar el herradero nece­sario para calzar con callos (bueyes y vacas) y herraduras (caba­llos y yeguas) a los animales de labor.
 

Camesa-Rebolledo. ¿Vera luliobriga?

Ángel Fernández Vega - Javier Peñil Mínguez - Serafín Bustamante Cuesta

Este artículo tiene un premeditado carácter de en­sayo y una confesable finalidad: la difusión de una teoría apoyada sobre los avances logrados gracias a los sondeos realizados entre 2003 y 2005 por nuestro equipo en el yacimiento de Camesa-Rebolledo. Se nos ha invi­tado reiteradamente en medios locales a dar a conocer resulta­dos pero nos hemos resistido hasta ahora porque estamos trabajando sobre una hipótesis a verificar.
 
La insistencia y los compromisos adquiridos motivan este artículo que profundiza en lo sugerido con motivo de la expo­sición que ya se ofrece en el arqueositio de El Conventón en Camesa-Rebolledo: hay ahora más argumentos para defender que luliobriga estaba en Camesa, que para mantener la atribu­ción de Retortillo.
 

75 años de Cenemesa en Reinosa

VV. AA.

La vocación eminentemente industrial de Reinosa parte del año 1917, en que se instaló La S.E. de C. Naval por razones estratégicas para la fabricación de armamen­to, estando la actividad local anterior basada más en el merca­deo, al ser Reinosa paso obligado desde Castilla al mar, para el movimiento de grano entre la meseta y la costa.
 
Deposito de agua, patio CENEMESA
 
 
FUNDACIÓN
 
La actual fábrica de Cantarey Reinosa S.A. inició su an­dadura el día 18 de junio de 1930 bajo la denomina­ción social de Constructora Nacional de Maquinaria Eléctrica S.A., en siglas CENEMESA. Se fundaba esta sociedad en Madrid con un capital de 12 millones de pesetas, aportado en un 30,6% por SECEM, Sociedad Española de Construcciones Elec­tromecánicas, que además aportó igualmente los terrenos sobre los que se asentó la fábrica construida en Córdoba. La Sociedad Española de Construcción Naval (actualmente propiedad del grupo Vasco Sidenor), aportó el terreno en que actualmente se encuentra Cantarey Reinosa S.A. junto con un 22,2% del capital suscrito. Con el mismo porcentaje accionarial participó el Ban­co de Bilbao (actualmente Banco de Bilbao Vizcaya Argentaría). La participación tecnológica corrió a cargo de Westinghouse Electric Corporation además del 16,7% del capital, junto con la de Le Materiel Electrique con un 8,3%. Ambas aportaron sus pa­tentes y asistencia técnica.
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