En la pequeña villa que era Reinosa a últimos del siglo XIX, se dio la circunstancia, con efectos de providencia, de reunirse un grupo de campurrianos, nativos unos y otros residentes, con cierto nivel cultural en artes y letras, principalmente, que sitúa a Reinosa en un destacado puesto dentro de Cantabria, en este terreno, según acertada observación de José María de Cossío en su obra "Rutas Literarias de la Montaña". Muy relacionados con la capital, algunos fueron asiduos colaboradores de la prensa provincial, otros en actividades artísticas y en cuantas obras de carácter cultural se emprendían, llegando varios de ellos a justificar una importante situación a escala nacional.
Hay una doble historia olvidada de nuestro patrimonio arquitectónico en el entorno del pantano del Ebro. La primera hace referencia al patrimonio desaparecido a causa de la construcción del pantano que supuso la anegación de cuatro pueblos enteros (Medianedo, Quintanilla de Medianedo, La Magdalena y Quintanilla de Bustamante), otros tres casi totalmente (precisamente los más poblados en aquel entonces, caso de Las Rozas, Villanueva y Renedo) y otros ocho perdiendo algunos barrios y partes significativas de su trazado urbanístico (1).
En uno de mis viajes a Reinosa, paseando por la acera enfrente de los jardines de Cupido, llamó mi atención un rótulo nuevo que dedicaba la calle de "Sanjurjo" a "Gerardo Diego".
Centro Meteorológico Territorial en Cantabria y Asturias (*). Instituto Nacional de Meteorología
(*) Elaborado en el Centro por Mª. S. Andrés Bravo, R. Celis Díaz, J. A. Fernández Cañadas López Peláez, G. Moreno Moral y J. J. Rodríguez Velasco
UN COLABORADOR EXCEPCIONAL
La serie quizá más larga, de las debidas a un mismo observador, en la historia de la red climatológica española comienza, a todos los efectos, en julio de 1911. Francisco Hernández anota en la tarjeta pluviométrica correspondiente a ese mes -que envió el 1 de agosto de 1911 al jefe del Observatorio Central Meteorológico (OCM)- "el pluviómetro quedó colocado el día 9" .
Luis Ángel Moreno Landeras y José Antonio Gutíerrez Delgado
INTRODUCCIÓN
La situación histórica, geográfica, social y económica que antaño vivió la comarca campurriana, ha sido la causa por la que los remedios medicinales populares han estado muy arraigados entre la población y han mantenido su vigencia hasta mediados del siglo XX.
Los conocimientos curativos constituyen un apartado más de la tradición popular que es necesario preservar del olvido para poder estudiar y admirar mejor en su conjunto la cultura rural de la zona.
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