La transformación de los espacios es un fenómeno consustancial a la actividad humana. En el caso de Riaño ha sido un cambio cualitativo y cuantitativo, enmarcado en los nuevos usos de los espacios rurales y la modificación de los hábitos de vida. Aun manteniendo su excepcionalidad como espacio de servicios aislado en medio de un entorno agrario, ha pasado a ampliar los usos y diversificar la oferta de ocio, pero ha perdido el carácter que quizás mejor le definía: los baños veraniegos en el río y su índole de lugar de encuentro social.
"El fantasma del espejo arrastra mi carne hacia fuera, y al mismo tiempo,
todo lo invisible de mi cuerpo es capaz de investir a los otros cuerpos que veo".
Merleau- Ponty
Artista inquieto, inconformista y siempre buscando nuevas formas dentro del lenguaje pictórico, Celestino Cuevas ha sabido mantenerse en la línea de fuego de la vanguardia del arte. Siempre atento y a la intemperie, nos ha ido dejando una obra de una calidad excepcional, rica en todos y para todos los sentidos. Esa inquietud le ha llevado a estar en contacto con las vanguardias internacionales, en unos años donde era muy difícil el acceso a lo que sucedía al otro lado de nuestras fronteras.
Nací en Guardo, villa de la montaña palentina, el día 30 de junio de 1919, cuando por el mundo señoreaba la famosa "gripe española", la gran pandemia, llamada así porque fue la única nación que publicaba noticias al respecto. En España causó la muerte de trescientas mil personas, y en el resto del mundo la de veinte millones, entre los años 1918 y 1919. Por fortuna no fui de los afectados, tampoco el doctor Fleming había descubierto la penicilina, pero sí enfermé de neumonía doble que los médicos del lugar no lograron curar y ante las escasas esperanzas de vida que dieron a mi abuela materna, ésta optó por llevarme a Reinosa donde se encontraban mis padres, desde unas semanas antes, buscando un piso para vivir, ya que mi padre esperaba ingresar en la Naval. Así, que al llegar abuela y nieto a la villa campurriana mis padres me llevaron a la consulta de don Julio Pérez Arenal, médico de gran prestigio, el cual, con los remedios de la época, me curó a base de ventosas, esto me ocurrió finalizando el invierno de 1920.
A la memoria de J. Raúl Vega de la Torre, afanado Investigador del pasado romano en Cantabria; pero ante todo, compañero y amigo.
Carmelo Fernández Ibáñez1
Introducción
Aún quedan por dilucidar muchos aspectos desconocidos en la ciudad romana que se extiende bajo y alrededor de la población de Retortillo, que tradicionalmente hemos identificado con la Iuliobriga de las fuentes literarias de la época; aunque recientemente esta suposición haya sido puesta en tela de juicio (Fernández Vega, Peñil Mínguez y Bustamante Cuesta, 2005). Serían varias las fuentes a partir de las cuales emanarían tales supuestas problemáticas, una de las cuales, por ejemplo, es la revisión y reestudio de los materiales procedentes de las más antiguas intervenciones arqueológicas llevas a cabo en este yacimiento arqueológico.
Las ermitas y santuarios cántabros son a menudo edificios humildes, impregnados de un valor que va más allá de lo puramente histórico-artístico, pues se convierten en testimonio de las creencias y costumbres de los pueblos. Con frecuencia se trata de edificaciones de escaso o nulo interés artístico, por lo que muchas de ellas van quedando olvidadas, corriendo el peligro de desaparecer.
La diferencia entre santuario y ermita se fundamenta en el fervor manifestado a la imagen que guarda el edificio. Los santuarios albergan devociones que agrupan a un territorio extenso, los llamados "territorio de gracia", mientras que las ermitas tienen un ámbito de devoción local, generalmente restringido al lugar donde se erigen. Además, en los santuarios la imagen es insustituible, mientras que en las ermitas se puede sustituir.
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